Queridas familias de nuestro Instituto:
En Chile, a diferencia de muchos otros países, celebramos el Mes de María en primavera. Es el tiempo en que nuestros campos y jardines se van vistiendo de los multiples colores y aromas que en todo su esplendor, nos regalan las flores. Tal vez sea por eso que las flores simbolizan y nos recuerdan a la Virgen María, siempre bella e inmaculada.
El mes de María es el mes de las flores y probablemente por eso nació aquella tradicional canción que todos hemos cantado alguna vez en este tiempo: ¡Venid y vamos todos, con flores a María! o que exclamemos también esa añorada oración: ¡Oh María, durante el bello mes que te está consagrado, todo resuena con tu nombre y alabanza!.
Desde el 8 de Noviembre hasta el 8 de Diciembre, la Iglesia Católica en Chile celebra el mes de María, una tradición cristiana que unde sus raices en lo más profundo de la cultura de nuestro pueblo.
Aunque no tenemos información precisa que nos diga desde cuando se celebra el mes de María, dado el carácter mariano del comienzo de la evangelización en estos territorios, podemos suponer que la devoción por María existe desde el principio, mucho antes que existiéramos como nación independiente.
En la Biblia encontramos los primeros indicios de esta hermosa devoción, en particular en el relato del evangelista san Juan 19, 26-27 donde se nos cuenta que, a los pies de la cruz, Jesús le dice a Juan: “he ahí a tu madre” y a su madre: “he ahí a tu hijo” y desde ese momento el discípulo la acogió en su casa. Podemos concluir entonces, que el que no se “lleva a su casa a María” no es verdadero discípulo de Jesús. Por ello, para los que creemos en Cristo, María es mucho más que su madre, es también la nuestra y tenemos derecho a sentirnos orgullosos de contar con esa “Mamá del cielo”.
Lo que rezamos, lo que conversamos y lo que cantamos cada vez que nos reunimos en torno a la Virgen en este mes de María, nos vuelve a hermanar, nos hace sentir ese calorcito feliz que solo se siente cuando estamos en el regazo de nuestras madres.
Que magnífica experiencia es esa y sobre todo en este tiempo tan particular, en que la pandemia del covid19 pareciera de alguna forma, habernos “emparentado” al sentir todos, el mismo sufrimiento, la fragilidad y la incertidumbre. Pero más que sentirnos “parientes”, la devoción a María como la Madre de todos, nos recuerda cada año que somos “hermanos”, nos invita a que hagamos experiencia de ternura filial venciendo el miedo, caminando en el gozo, la alegría y la esperanza, de la mano de esta Madre a la que no nos cansamos de amar y pedir que ruegue por nosotros ahora y en la hora…
Que María siga siendo la “Estrella” que guía y la Reina y Madre de las Escuelas Cristianas de La Salle, que bendiga a cada familia de nuestra comunidad del Instituto y que nos ayude a abrir el corazón a los hermanos y hermanas, para que en el, Viva Jesús ¡Por siempre!.
DEPARTAMENTO DE PASTORAL ILS